Entender cuál es su margen de utilidad es clave en cualquier negocio. Se trata de identificar cuál es la ganancia o pérdida después de vender un producto o ejecutar un trabajo. Siendo así, cabe preguntarse si se está calculando correctamente. En la práctica, muchas empresas constructoras añaden un cierto porcentaje sobre los costes presupuestados del proyecto que están cotizando. Lo típico es que el analista de precios le pregunte a su jefe “oiga ingeniero, ¿cuánto le ponemos de margen de utilidad?” y este le responda “pues ponle un x%, como siempre”.
Este proceder es erróneo, pues no todos los proyectos tienen el mismo perfil de complejidad y riesgo, por lo que los márgenes han de ser diferentes y responder a una estrategia de pricing formalmente definida.
En términos generales, los márgenes de utilidad miden la eficiencia de la firma con respecto al modo en que gasta dinero para ganar dinero. Dichos márgenes reflejan las fortalezas y debilidades operacionales de la compañía, sus ventajas competitivas y su desempeño a lo largo del tiempo. En este sentido, la alta gerencia debería manejar tres tipos de conceptos:
• Margen de utilidad bruta: es el porcentaje de ganancia que excede el coste de ejecución de los proyectos. Mientras más alto sea este porcentaje, mejor será la capacidad de la empresa para generar ganancias con respecto al dinero invertido.
• Margen de utilidad operativa: es un indicador que ayuda a entender cuáles son aquellos gastos que más impacto tienen en la generación de ganancias de un proyecto. En términos simples, la utilidad operativa corresponde al resultado de dicho proyecto después de haber deducido todos los costes directos e indirectos relacionados con su ejecución, excluyendo los gastos por intereses e impuestos.
• Margen de utilidad neta: es útil para diseñar y optimizar las estrategias de precios y la gestión de los costes. Sirve para determinar si una empresa tiene o no costes operativos adecuados y si está obteniendo suficientes ganancias a partir de los ingresos que generan sus proyectos. Su cálculo incluye los pagos por intereses e impuestos.
Aportan datos para gestionar el crecimiento de la empresa: permiten identificar aquellos proyectos que no están teniendo un buen desempeño e implementar acciones para reducir gastos.
Posibilitan identificar y resolver problemas: si en la cartera de obras se detectan proyectos de bajo margen o margen negativo es posible corregir deficiencias relacionadas con la metodología de pricing, las políticas de gestión o el manejo de la contabilidad de la empresa.
Facilitan la obtención de financiación y préstamos: al momento de gestionar un préstamo o realizar una emisión en los mercados de capitales, los financistas necesitan saber cuáles son los márgenes de utilidad de la compañía. Todo inversor desea asegurarse de que la cartera de obras de la empresa genera una rentabilidad más que suficiente como para que haya recursos con los que pagar los intereses y devolver el principal en el tiempo acordado.
Permiten optimizar las estrategias de precios: A partir del conocimiento preciso de los márgenes se puede determinar si los precios cotizados por la compañía son razonables, altos o bajos, y tomar las decisiones que sean pertinentes.
Algunos constructores utilizan un método de cálculo “uniforme” o “global”, en el que se aplica el mismo porcentaje a todos los proyectos cotizados. La facilidad de uso es la gran ventaja de su empleo. Sin embargo, a poco de profundizar se evidencia que no es recomendable utilizar un mismo porcentaje para todos los presupuestos que se preparan dentro de la compañía.
Si estamos presupuestando dos proyectos en los que el precio final es de USD 1 millón pero en el primero la mano de obra supone el 90% de los costes y en el segundo sólo el 10%, no parece justo ganar lo mismo en ambos, ya que el primero requerirá más control y tendrá más riesgo.