Pilares para un futuro incierto

17 febrero 2023

A pesar de los nubarrones económicos que no acaban de despejar el horizonte, este año será clave para las infraestructuras. Avanzan con fuerza los proyectos de ciudades con propósito, los edificios y viviendas adaptados para frenar el cambio climático, y la modernización de obras que contribuyan a la descarbonización.

El comportamiento del ser humano este año definirá el futuro de las infraestructuras, al menos, durante la próxima década. Alguien lanzó un desafío y alguien debe responder. El hombre heredó un paraíso y su deber es cuidarlo. De repente, imaginando esas infraestructuras, parece que se desmoronaran. Guerra en Ucrania, elevada inflación y tipos de interés, altos costes de las materias primas, rotura de las cadenas de suministro, abandono de la globalización y la búsqueda del propósito en las ciudades, las empresas; la vida. O las próximas generaciones miran 2023 con orgullo o con infinito reproche.

Somos descendientes de las infraestructuras. Miles de años las han sofisticado. Y a la vez dependemos de ese tango, y sus imprevisibles pasos, de la geopolítica. “El sector de la construcción se encuentra inmerso en un descenso lento y leve del precio de las materias primas, una reducción de las inversiones en España y, por el contrario, un fuerte empuje en Oriente Próximo debido al auge del petróleo”, narran en la constructora FCC. Estados Unidos crecerá con fuerza. Mientras Canadá, Australia y Europa “mantendrán un ritmo constante”. Los analistas del banco suizo UBS prevén que los precios de las materias primas se moderarán en 2023 y 2024 por una mayor oferta compensada con un descenso de la demanda.

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Tendencias positivas

A pesar de que el río, a veces, fluye en contra, las infraestructuras seguirán beneficiándose en el futuro de esa fuerte corriente que los economistas llaman megatendencias. Dos descienden las aguas. El auge digital —con el avance del 5G— y la descarbonización. “A la que se puede acceder a través de energías renovables contratadas, servicios públicos regulados globales o, incluso, mediante gasoductos intermedios que empiezan a facilitar una transición energética a través del hidrógeno o la captura y almacenamiento del carbono”, cuenta Charles Hamieh, gestor del ClearBridge Infrastructure Value Fund.

Los omnipresentes fondos Next Generation defienden una filosofía que corre por esas riberas. “Hasta el 31 de diciembre se licitaron 18.000 millones de euros. El año anterior fueron 12.000 millones y ya se han adjudicado 7.500 millones”, calcula Manuel Hidalgo, investigador de EsadeEcPol, quien cita datos del Observatorio de Fondos Next Generation EU EsadeEcPol-EY. La ingeniería civil suma 4.500 millones. Los fondos aportan un 1,5% al PIB. Aunque el reloj da problemas. “Tenemos que liberar el dinero público más rápido para que llegue a las empresas”, aconseja César Cantalapiedra, socio de Analistas Financieros Internacionales (AFI). Hasta aquí existe consenso. Más adelante, los fondos viven en ambas orillas del río.

Algunas empresas se quejan de que los plazos son tan cortos que apenas tienen tiempo de preparar los pliegos y otras, por el contrario, critican que tardan mucho en resolverse. Porque antes de 2026 la compañía adjudicataria debe haberlos utilizado. “Están centrados en proyectos muy puntuales y la saturación y la falta de coordinación dentro del Gobierno, junto con el actual sistema estándar para licitar, dificulta tanto el manejo como el cumplimiento del gasto para acceder a ellos”, se quejan en Acciona.

El tiempo transcurre relativo. Einstein tenía razón hasta en las infraestructuras. “Los fondos los distribuyen de forma lenta las instituciones autonómicas y locales y supone un fuerte frenazo de los proyectos que se van a ejecutar”, lamentan en FCC Construcción. Y añaden: “Pensamos que la situación se irá resolviendo en el primer y segundo trimestre del año”. Pero si esa reflexión se traslada a los expertos de BBVA Research, abren una brecha en el discurso. Para adjudicar una licitación sin financiación europea se necesitan, de media, 42 días.

Esta cifra se eleva a los 52 cuando se analizan proyectos avalados por Europa. Una diferencia escasa. “Hay mucha evidencia anecdótica (comentarios de empresas) que apunta a que el problema se debe a procesos burocráticos. El desajuste parece estar más bien en las expectativas creadas. Sin embargo, como se ha ido moviendo todo, está, diríase, en línea con experiencias anteriores”, aclara Miguel Cardoso, economista jefe para España de BBVA Research. Desde el comienzo (julio de 2021) del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR) se han licitado contratos por importe de más de 22.827 millones de euros, de los cuales un 32% ya está adjudicado. Las inversiones relacionadas con la digitalización y la movilidad sostenible absorben más del 60% de los programas aprobados por el Gobierno. Este es el presente, este es el futuro.

 

 

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